Por
Lorena Araya, Carla Cheves y Andrea Argüello
La obesidad severa o mórbida
implica que una persona determinada tenga un peso de aproximadamente 45 kilogramos por
arriba del pesaje corporal ideal. Es una enfermedad crónica, multifactorial,
que se asocia con una serie de complicaciones que llevan a la prematura
incapacidad y en algunos casos hasta la mortalidad.
Se han recomendado a lo largo del tiempo, dietas de bajas calorías, la
medicación específica, la modificación en la conducta y hasta terapias de
ejercicio. Sin embargo, cuando nada responde, el único tratamiento de eficacia
comprobada a largo plazo para solucionar esta enfermedad es muchas veces, una intervención quirúrgica.
Una paciente de la clínica Ci.Lap Obesidad (Cirugía Laparoscópica),
Laura Musi, comentó acerca del proceso que lleva el tratamiento: “Tuve que
prepararme 15 días antes con una dieta a base de líquidos sin ingerir nada sólido
hasta la mañana de la operación. Sólo podía ingerir agua, jugo, caldos de
verdura y gelatina. Sin embargo, antes de que realizara esta dieta, consumía
entre comidas batidos proteicos para calmar la ansiedad y cubrir el requerimiento
calórico necesario porque no ingería comidas”.
En estos tiempos, luego de que se haya aprobado la Ley de Obesidad, que regula,
entre otras cosas, que cada mutual debe cubrir cualquier tratamiento de forma
ambulatoria de un paciente que demuestre tener obesidad, los avances
tecnológicos permiten soluciones más confiables y certeras que las que existían
antes. Al considerarse a la obesidad como una enfermedad hay que resaltar que
al serlo, es de vital importancia tener un seguimiento riguroso de cada caso.
Es probable que intervengan muchos factores para llegar a este padecimiento crónico, ya que si no se
trata a tiempo, acompaña al paciente “toda la vida”. Lo más común en el caso de
la obesidad es el consumo de excesivas calorías, con un gasto energético bajo. Además
puede que esta situación resulte de una combinación de influencias genéticas, psicosociales,
ambientales, sociales y culturales, que interactúan y dan un resultado que
afecta tanto la regulación del apetito como el metabolismo de energía. No es
solamente una falta de control simple por parte del paciente. Es mucho más que
eso.
“No sabía nada de esta solución definitiva. Me sentía mal con la persona
que veía en el espejo, me encerraba en mi misma y lo que me llevo a decidirme
fue el rechazo y la discriminación que sufrí durante mi adolescencia. Me dije:
‘basta, debo hacer algo por mí, este es mi momento’”, confesó Laura.
Cuando los tratamientos médicos y dietéticos han fallado una y otra vez,
solamente la cirugía puede introducir los elementos válidos para lograr un
descenso satisfactorio y sostenido en el
tiempo que sirva para eliminar o curar
las complicaciones que la enfermedad genera.
Los procedimientos quirúrgicos más conocidos son: la banda gástrica
laparoscópica ajustable, el bypass gástrico y la manga o sleeve gastrectomía.
Para describirlos básicamente hay que tener en cuenta que cada
intervención tiene sus ventajas/desventajas y solo el especialista puede tener
la última decisión, ya que cada persona es “un mundo”.
-Banda gástrica:
consiste en colocar una banda o cinturón de 1,5 centímetros alrededor
de la parte superior del estómago. Esto crea un pequeño reservorio y una salida
fija hacia el estómago inferior.
-Bypass gástrico: en
este caso se divide el estómago y se forma un pequeño depósito. Este nuevo
elemento se conecta a medidas diversas de su propio intestino delgado, que se
ha construido de modo que se forme una rama con forma de “y”.
-Manga o sleeve: se
separa el estómago en forma vertical y se forma un tubo gástrico cuya capacidad
es alrededor del 10 % del original. El 90 % restante se extrae fuera del
organismo, ya que el mismo no queda conectado al aparato digestivo, como las
anteriores intervenciones. Es un procedimiento que conlleva menor riesgo a
complicaciones durante/post operatorias y menor tiempo quirúrgico.
Para escoger entre una u otra opción se evalúan en casa caso las
preferencias del paciente y los hábitos alimentarios del mismo.
En la ciudad existe una clínica llamada Ci-lap (dedicada solo a la obesidad), que cuenta en todo momento
con un equipo de profesionales (nutricionistas, psicólogos, cirujanos y médicos
clínicos) que siguen paso a paso el desarrollo y evolución de cada paciente y
lo acompañan en cada etapa que enfrenta.
Cualquiera de estos tratamientos requiere de una buena predisposición
del individuo, una gran constancia/determinación y mucha paciencia. No hay que
dejar de notar que es un padecimiento que tiene solución, y que los avances en
la medicina han permitido que la persona pueda salir de esta situación. La
obesidad es una enfermedad y por lo tanto hay que tratarla como tal. Si se
quiere se puede.
Al salir del quirófano, la paciente manifestó que al principio le
costaba reaccionar por el efecto de la anestesia. Luego de dos días, fue dada
de alta y pudo volver a su casa con un control estricto de su salud y con
reposo de casi 20 días. “Tanto esfuerzo valió la pena, fue un antes y un
después en mi vida”, destacó.
Nadie dice que sea fácil encontrarle la salida, pero de eso se trata la
vida, de tomar riesgos para tener resultados favorables. Nada llega solo porque
sí, pero la decisión es únicamente de cada persona. Una vez que hay ganas de
cambiar la realidad, todo se puede lograr. Existe una luz al final del camino,
no todo está perdido cuando de verdad se tiene ganas de luchar. La obesidad no la padecen todos, pero realmente
convivimos con ella 24 horas al día. Basta mirar al alrededor para notarlo, por
eso atentos. El cambio empieza por uno mismo.
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