TOC: CUANDO LA MENTE JUEGA UNA MALA PASADA


Por Mercedes Arana y Paula Denis


“Si salía a la calle tenía miedo del roce, no permitía que nadie me salude y llegué al punto de no salir del departamento durante tres meses. Veía gérmenes en todos lados, antes de abrir o cerrar una puerta escondía la mano en el puño del buzo porque estaba convencido de que veía gérmenes”, cuenta Julián ahora entre risas y alejado de esa sensación. “Cuando iban amigos o familiares a visitarme y me saludaba yo corría al baño y me lavaba las manos hasta que se me arrugaba la piel”.

La moda del término “TOC” como apócope de Trastorno Obsesivo Compulsivo, suele utilizarse para parodiar mañas, pero la realidad es que muchas personas sufren estas obsesiones a puntos inimaginables.

“Las obsesiones mas frecuentes son ideas recurrentes sobre temas como la contaminación, contraer una enfermedad, dudas repetitivas como preguntarse a uno mismo si ha realizado un acto en concreto, la necesidad de disponer las cosas según un orden determinado que se demuestra con el  intenso malestar ante objetos desordenados o asimétricos, impulsos de carácter agresivo al punto de herir a un niño o gritar obscenidades en una iglesia y fantasías sexuales como puede ser una imagen pornográfica recurrente. Estos pensamientos, impulsos o imágenes no constituyen simples preocupaciones por problemas de la vida real, raras veces se relacionan con hechos verídicos.”, narra el Manual Diagnóstico y estadístico de los Trastornos Mentales (DSM - IV - TR; American Psychiatric Associaton, 2000).

Las compulsiones son definidas como “comportamientos”. Éstos pueden ser el lavado recurrente de manos, reiteradas comprobaciones acerca de algo, actos mentales repetitivos como rezar, contar o recitar palabras en silencio.
Otras veces son sensaciones de que algo "malo" va a pasar o de que el malestar no se acabará nunca. En cualquier caso, cuando aparecen en la mente, quien las padece trata de darles una explicación, de evitarlas o de anularlas siguiendo algún procedimiento que lo calme. Dado el potencial perturbador que las caracteriza, estas obsesiones suelen ocasionar una disminución del rendimiento personal en las actividades o  tareas cognoscitivas que requieren concentración, como son la lectura y el cálculo mental.

Agustina de 21 años comenzó terapia hace dos años y descubrió junto a su analista que diferentes comportamientos que tenía eran trastornos obsesivos compulsivos. “Antes de irme a dormir tenía que hacer una especie de “ritual” o “procedimiento”. Si no estaba segura de que las cosas estaban en su lugar, las canillas no perdían agua y la puerta estaba cerrada entraba en una situación de pánico horrible. Intenté calmarlas sola pero era algo más fuerte que yo. Me sucedía mucho cuanto estaba sola, si estaba acompañada esas inseguridades desaparecían, pero sólo pude resolverlas con la terapia y de a poco fui dejando de lado esos pasos a seguir que tanto mal me hacían”.


Aunque el trastorno obsesivo-compulsivo suele iniciarse en la adolescencia o a principios de la edad adulta, también puede aparecer en la infancia. La edad modal de inicio es menor en los varones que en las mujeres: entre los 6 y 15 años para los varones, y entre los 20 y 29 años para las mujeres. La mayor parte de las veces la aparición del trastorno es de carácter gradual. Alrededor del 15 % de los padecientes muestra un deterioro progresivo de las relaciones sociales y ocupacionales. Aproximadamente un 5 % sigue un curso de carácter episódico, con síntomas mínimos o ausentes.

¿Cómo tratarlo?

Las investigaciones clínicas y los experimentos que se llevaron a cabo han favorecido el uso de tratamientos tanto farmacológicos, como cognitivo-conductuales que pueden beneficiar a la persona con TOC.

Mediante pruebas clínicas se ha determinado que aquellos medicamentos que afectan directamente el neurotransmisor del trastorno, pueden reducir significativamente los síntomas. Habitualmente se recetan antidepresivos e inhibidores.

 Los analistas consultados creen que tanto los trastornos obsesivos compulsivos como los ataques de pánico al  ser temas que están sobre el tapete últimamente generan una especie de somatización en el común de la gente. Ellos afirman la existencia de estos comportamientos pero explican que no todos los pacientes que creen tener TOCS  finalmente los padecen. Habitualmente puede tratarse de un momento en la vida del paciente en el que debe hacer determinadas cosas para sentirse más seguro pero no necesariamente sufre de un trastorno. Los especialistas dijeron que el trastorno para existir debe ser un comportamiento constante que llegue a generar malestar, angustia y hasta depresión en quien lo padece.