“Desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo”

Por Anahí Rocha y Héctor Fainbarg

La alimentación es un pilar fundamental en el desarrollo intelectual de las personas de todas las edades, y sobre todo en los chicos que han comenzado la universidad, ya que ayuda a pensar con mayor claridad y estimula y da fuerza para llevar a cabo todas las acciones que un ser humano se proponga.

Pero en los jóvenes crear un buen hábito de comida es difícil, porque no consideran o desconocen los beneficios que tiene alimentarse bien y, en muchas ocasiones, no tienen el tiempo o dinero suficiente para hacerlo. La etapa de estudios universitarios es para los jóvenes un tiempo de cambio, donde no sólo deben acostumbrarse a un nuevo hábitat si no que también deben aprender, a veces, a prepararse la comida.

El refrán “desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo”, es un claro ejemplo que vislumbra una costumbre que todos deberían llevar, y muestra la importancia de cada una de estas comidas. Desayunar en abundancia pero de manera equilibrada, brinda la energía necesaria para comenzar el día; almorzar con moderación ayuda a estar saludables, y cenar poco equivale a ingerir productos de bajas calorías que contribuyan al descanso del cuerpo.

Una dieta equilibrada, si bien varía de acuerdo a cada persona, en los estudiantes significaría un mejor rendimiento académico, mayor capacidad de aprendizaje, memoria y razonamiento. Por ese motivo lo más aconsejable es consumir leche y sus derivados, alimentos de bajo contenido graso, pescado, pollo, frutas, verduras y legumbres, frescas o cocidas, aceites vegetales crudos y cereales. De éstos la función más relevante es que tienen minerales como el calcio, necesario para el crecimiento de la masa ósea; hierro, para el desarrollo de glóbulos rojos y tejidos musculares, y zinc, complemento tanto para el crecimiento óseo como muscular. También son una gran fuente de vitaminas A, D, B12, B6, Ácido fólico, niacina y riboflavina. Además evitaría consecuencias como la somnolencia, el cansancio o la disminución de la capacidad de hacer ejercicio físico.

Hoy en día gran parte de los universitarios tiene una mala alimentación, basada principalmente el la comida rápida o Fast Food. Hamburguesas, papas fritas, milanesas, fiambres, pizza, entre otros, no representan un inconveniente para la salud del cual preocuparse, mientras no se conviertan en un hábito o logren que se sustituya la ingesta de otros alimentos. Ingerir a diario productos con muchas calorías o saltearse las comidas, puede resultar negativo en el rendimiento académico. Esto es porque el cuerpo no tiene las suficientes energías como para realizar las actividades que se demandan. No obstante, se debe tener en cuenta que tanto el consumo insuficiente como excesivo de alimentos no resulta beneficioso.

Reflexionar sobre la importancia de una buena y equilibrada alimentación, es un buen método para tener durante todo el día un mejor rendimiento, no sólo académico, sino también para evitar tener que hacer una consulta con un especialista más adelante.

Camila Iturralde, estudiante de 4º año de la carrera de nutrición, afirmó: “La alimentación puede ser variada y adecuada, o bien monótona y desequilibrada, dependiendo de sus hábitos alimentarios y de distintos factores, como por ejemplo, si viven o no solos, si saben cocinar, entre otros. Sin embargo, se debe tener en cuenta que por lo general en época de parciales o finales la alimentación puede sufrir ciertas variaciones, ya que los jóvenes suelen tener menos tiempo, por lo que realizan comidas rápidas, comen apurados, sin masticar adecuadamente los alimentos, abusan del maté o café”. Manifestó también que durante los exámenes pueden darse algunos cambios en la cantidad de comida ingerida, algunos pueden comer más o menos de la cantidad de lo normal. “La alimentación de los jóvenes que estudian no es un patrón constante, debido a que presenta particularidades en cada individuo, pero sí se puede afirmar que algunas actitudes son comunes a este grupo social”, agregó.

Iturralde sostuvo que la mala alimentación en época de estudios puede afectar directamente al rendimiento académico y puede ser causado porque la persona ingiere menor cantidad de alimentos de los que necesita para desarrollar sus funciones normalmente, como la concentración, la memoria, la atención, etcétera.

A modo de conclusión afirmó: “El estado nutricional puede alterarse en caso de que la persona ingiera menor o mayor cantidad de comida de la recomendada, ya que en el primer caso no dispondrá de los nutrientes necesario para desenvolverse, generándose posibles enfermedades por carencia de principios nutritivos, y en el segundo caso, si bien su rendimiento académico no se verá afectado, al menos en el corto plazo, su estado nutricional puede presentar algunas complicaciones, como aumento de peso, colesterol y triglicéridos elevados, entre otros.”

Ir al cine o ver películas en casa

La piratería de películas es una tendencia que crece. Como consecuencia, las pérdidas de la industria cinematográfica llegan a 685 millones de pesos anuales. Dan su visión Maia Fernández, empleada de los Cines del Paseo, y Ricardo Aiello, profesor de Artes Visuales de la Escuela M. Malharro y del Instituto Bristol.


Por Agustín Tauler

A pesar de que los cines siguen existiendo, hoy en día la gente prefiere ver películas en sus propias casas, comprando o alquilando DVDs, muchas veces adquiridos de forma ilegal, mediante la piratería, violando de esta forma la ley 11.723, que protege la propiedad intelectual. En general, los precios de las películas pirateadas tienen un valor de entre 5 y 10 pesos, y varía si es estampada, en caja o con alguna otra particularidad para atraer al comprador. Esto trae aparejado un beneficio para los cinéfilos, ya que los precios son más baratos, pero perjudica a la industria cinematográfica en su conjunto, desde el que tuvo la idea, pasando por productores, directores y actores, además de las salas.

Es que casi el 70% de las películas que se compran en la Argentina son ilegales (en Estados
Unidos es de un 30%), según una investigación realizada por Motion Picture Association
(MPA), organismo que representa a los principales estudios cinematográficos norteamericanos, sin contar las que se descargan por Internet, una práctica muy difundida en todo el mundo. De esta manera, el mercado del video hogareño argentino representa 1.015 millones de pesos anuales, y sólo el 32% corresponde al legal. Así, la cifra estimada de pérdidas causadas por la piratería de películas es de 685 millones de pesos por año.

Maia Fernández, empleada de los Cines del Paseo, cuenta: “Una entrada general al cine, sale 22 pesos (30 si es 3D), o sea que si van dos personas al cine, amigos o pareja, gastan 44 pesos de entradas solamente, y pasaríamos a hablar de 60 si le agregamos un pochocho tamaño estándar y una bebida (adquiridas en los snacks del complejo)”, y compara: “Con ese dinero nos compramos 12 películas para ver en casa“.

Fernández cuenta además que con la incorporación de la sala 3D en Mar del Plata, la mayoría de las películas infantiles o familiares se proyectan con ese formato. “Las entradas, de 30 pesos cada una, pasan a ser no sólo para dos personas sino para una familia, que generalmente ronda en los cuatro integrantes, lo que se traduce en 120 pesos sólo en entradas”, evalúa. Y argumenta: “Esta situación se reflejó claramente en el fin de semana largo del Bicentenario, cuando en la ciudad se proyectaba ‘Garfield 3D’, película que duró únicamente una semana en cartelera. Los motivos por los cuales no funcionó están claros”.

“De todas formas, nada se compara con ir al cine a ver una buena película, aunque ahora con los home theater, los plasmas y demás, estamos cada vez más cerca de no querer salir de casa con sólo ese fin”, dice. Y concluye: “Queda en evidencia que el público que más se está perdiendo como cliente de cine, son los jóvenes, que hoy con un programa y una computadora, te consiguen la última versión de su saga favorita”.

Por su parte, Ricardo Aiello, Profesor de Medios Audiovisuales en la Escuela de Arte Martín A.
Malharro, y en el Instituto Bristol, demuestra una postura flexible respecto a la piratería, al opinar que “es censurable, pero en un punto permite el acceso a bienes culturales a precio más razonable que el material original”.

Aunque se puede pensar que las películas pirateadas son adquiridas por personas de bajos recursos, el informe elaborado por MPA señala que el 58% de ellas son de nivel socioeconómico ABC1, y que esta tendencia va en aumento.

¿Qué es la piratería?

Es un término utilizado para referirse a la copia ilegal de obras literarias, musicales, audiovisuales o de software, infringiendo los derechos de autor. También hace referencia a la compra/venta de las obras, por eso quien lo hace es considerado "pirata".