La misteriosa arquitectura del Complejo Universitario

Por Victoria Figueroa, Maira Pizarro y Florencia Rueda



Exposición y ocultamiento

Esta intrigante paradoja parece haber moldeado la arquitectura del complejo universitario marplatense, ubicado en las calles Funes y Rodríguez Peña. Exposición continua a través de los turbios vidrios que sirven de pared externa a las aulas. Ocultamiento reflejado en descendentes y oscuras entradas. Algunos árboles, frondosos y aletargados, completan el panorama.

Durante la semana, el continuo bullicio de los miles de estudiantes que recorren los edificios, desdibujan los particulares rasgos. Pero el silencio que acompaña la soledad de los fines de semana, los hace no sólo evidentes, sino inquietantes.

Los fundamentos de este particular diseño parecerían vincularse directamente con las ideas de la represión: un edificio con frente vidriado que permite vigilar los movimientos internos, espacios reducidos que dificultan la concentración de personas y un alambrado olímpico con puntas hacia adentro, como impidiendo el escape. Escalofriante. Esta conexión tan notoria, sin embargo, no es real. Rubén Oscar Tablar, jefe del Departamento de Obras de la UNMDP, arquitecto que trabajó en la supervización de la obra durante la construcción de los dos últimos cuerpos, se encargó de derrumbar el mito.

Tablar explicó que la finalidad que el edificio poseía originariamente no era la actual. El proyecto era diseñar un centro de alta tecnología donde realizar tareas científicas. Por ende, la capacidad que posee es mucho menor a la que sería necesaria teniendo en cuenta el actual volumen de estudiantes. Debido a éste antecedente, son consecuencias inmediatas algunas dificultades arquitectónicas en el complejo.

La oficina de obras de la Universidad Nacional había proyectado construir edificios en un predio que posee en las calles Colón y 248, donde albergaría todas las unidades académicas, viviendas estudiantiles e incluso un comedor. Una suerte de “campus” al estilo norteamericano. Sin embargo, se estimó que la cantidad de personas que lo habitaría no sería suficiente, por lo que comenzó a trasladarse al complejo de Funes. Por este motivo, además de los dos edificios posteriores debieron agregar un piso donde anteriormente estaban las terrazas.


Con la intención de agrandar el estacionamiento, se tramitó con Ferrocarriles Argentinos hasta dónde llegaría el alambrado olímpico, y para no restar más espacio, originariamente se colocó la terminación hacia el lado de adentro. De la otra forma hubieran contado con 40 centímetros menos de terreno.

La obra, inspirada en el modelo europeo, carece de algunas terminaciones: faltó colocar los parasoles y todos los cierres entre los diferentes pisos para lograr el aislamiento del sonido. El hecho de que las conversaciones se escuchen de un nivel a otro obedece a deficiencias arquitectónicas, no a móviles ideológicos.

El paranoico mito es frágil como un castillo de naipes. El único fundamento que quedaría por destruir sería el sentimiento de aprensión y recelo que invade a cualquiera que recorre el complejo. Las sensaciones, a veces, pesan más que los hechos. Y así, el mito triunfa por sobre la Historia.

A veces duermo


El 42% de los estudiantes duerme entre 4 y 6 horas. La mitad de los encuestados considera que le dedica poco tiempo al descanso. El 48% dice que goza de un buen sueño.


Por Belén Colombo y Walter Varela

Previo al examen. Después del examen. En noches de salida. En vacaciones. Todos estos son momentos propicios para llegar a extremos, en especial, si se trata de dormir de más o dejar de hacerlo. Según un sondeo realizado por Aula Magna entre unos 100 estudiantes universitarios y terciarios, el 42% de los encuestados admite dormir sólo entre 4 y 6 horas por noche al tiempo que el 6% asegura dedicarle al sueño menos de 4 horas, lapso que representa poco tiempo si se tienen en cuanta las tareas, mayormente intelectuales, que realizan durante el día.

“Las principales consecuencias diurnas del mal dormir son una disminución de la calidad de vida y de la capacidad de concentrarse y de trabajar”, explica el doctor Ariel Cherro (MN 105330) y enumera entre los posibles trastornos la pérdida de memoria, aumento de la irritabilidad, dificultad en las relaciones interpersonales con familiares y amigos. Además se refiere a otros fenómenos muy comunes como el cansancio, la somnolencia diurna, la tendencia a dormir siestas y, lo más riesgoso, la posibilidad de sufrir accidentes automovilísticos o laborales. En definitiva, “un menor bienestar físico, mental y emocional”.

-¿Qué cantidad de horas es aconsejable dormir?

-Se ha demostrado que aquellos adultos que duermen menos de 4 horas o más de 9 tienen una mortalidad más elevada. De allí que la recomendación es, generalmente, dormir 7 u 8 horas diarias, pero siempre teniendo en cuanta las variaciones.

Si bien el 38% de los consultados calculan sus horas de sueño entre 6 y ocho, es decir, dentro de lo recomendado, más allá de la cantidad, como en la mayoría de las cosas, lo más importante es la calidad de las horas que se dedican a apoyar la cabeza en la almohada. Mientras Cherro confirma que el punto fundamental es que el sueño sea reparador y que permita realizar las actividades diarias sin dificultades, las encuestas por su lado, revelan que el 50% de los estudiantes cree que duerme poco y al mismo tiempo el 48% cree que sus periodos de sueño son de buena calidad, dejando la relación cantidad-calidad en “poco pero bueno".

Con la almohada pegada

Si de extremos se trata no hay que olvidarse de aquellos para los que dormir es un vicio que se impone a todos los otros posibles, grupo al que bien podrían pertenecer el 14% de los encuestados, que duermen más de 8 horas diarias. Sin embargo, cabe también hacer una defensa de la nunca bien ponderada siesta que, según el doctor Cherro es una necesidad fisiológica y de gran utilidad especialmente después de comer.
Por otra parte el especialista alerta que dormir en exceso generalmente es “un signo de alarma de alguna enfermedad subyacente, como puede ser el hipotiroidismo, la depresión, la narcolepsia o alguna patología del sistema nervioso central”, aunque también puede ser un efecto secundario a un medicamento o a un mal descanso nocturno, por lo que en determinados casos es mejor sacarse la duda consultando con un profesional.

No entiendo

Muchas veces las estrategias de estudio fallan o no existen. El alumno pasa más tiempo tratando de estudiar que durmiendo, hasta llegar al punto en que no entiende nada.
“En diferentes estudios clínicos con gran cantidad de pacientes se ha demostrado que el insomnio produce déficits cognitivos que reflejan bajos niveles de atención, concentración y agudeza mental, además de menor habilidad para razonar y resolver problemas, es decir, un buen descanso es fundamental para la fijación de los conocimientos adquiridos en horas de vigilia”, afirma Cherro y recomienda a los estudiantes “tener horarios organizados, tratando de conservar el sueño nocturno, ya que muchas veces se le resta tiempo al sueño con horas de estudio, y a largo plazo esto no es beneficioso para la salud ni para el ámbito académico”.