Indigentes de cuatro patas




Por Joaquín Lledó,  Francisco Volpe y Juan Manuel Salas
 
En Mar del Plata hay alrededor de 20000 perros callejeros según las ONG dedicadas a la ayuda de animales, un dato que la Municipalidad desconoce porque nunca hizo un censo de este tipo. La ciudad carece de un plan oficial de contención, no tiene perrera y lo que se asocia con este término es el centro de Zoonosis, un lugar de atención veterinaria.

Si bien los números no son oficiales, basta con salir a la calle y observar: en Mar del Plata hay 80 barrios, en promedio da 250 perros callejeros en cada uno de ellos. Animales destinados a padecer hambre, frío, maltrato y una muerte olvidada.

El centro de Zoonosis se encarga de observar y vigilar a perros mordedores, peligrosos y también de castrar a canes y gatos para evitar su reproducción indiscriminada. Da vacunas antirrábicas gratuitas y promueve la adopción de animales abandonados en el lugar, que por los antecedentes que tienen, es muy difícil que una familia decida acogerlos.

Una de las principales ONG de protección y cuidado de animales en la ciudad es Los cuatro patas callejeros. Desde hace tres años se dedica a recaudar dinero para ayudar a perros y gatos sin hogar. En ese tiempo lograron rescatar cerca de 1000 ejemplares y un 80% fueron adoptados. También la organización ayuda a tres refugios de la ciudad (Bocha-Cristobalitos-Vela) y ofrece charlas de concientización sobre esterilización y responsabilidad en la tenencia de mascotas.

 
No hay ningún tipo de protección para los perros callejeros, hay ordenanzas municipales, pero están sin efecto. Nosotros presentamos propuestas y proyectos, pero no conseguimos nada”, dijo la presidenta de Los cuatro patas callejeros, Fernanda Vélez, sobre la poca acción que toma el municipio con los perros en las calles de la ciudad.

 
Fernanda destacó el nivel de los veterinarios del centro de Zoonosis y expresó apoyo a la gestión del lugar que “está cambiando para bien”. Pero  dijo que las condiciones en las que están los animales no son buenas: “La infraestructura es lamentable, no nos gusta ver a los perros en jaulas diminutas, nos gustaría que la comisión asesora armara un staff de personas que realicen jornadas de adopción más seguido y se preocupara por sacar a los animales de allí y mejorar las condiciones”.


El mundo siempre se dividió entre vencedores y vencidos, ricos y pobres, perros de raza y callejeros. Estas divisiones muchas veces son producto del azar, de haber nacido en un lado del hemisferio del mundo en un momento determinado, de que los padres de un can sean un macho campeón y una hembra con intachable pedigrí. 

Un cachorro de raza con papeles puede costar hasta 12000 pesos, con esa cantidad de dinero se podrían alimentar a 14 perros de la calle durante un año. 

Concientizar a la población de que al comprar un perro de raza se le da la espalda a un animal que sufre en la calle es el verdadero desafío al que las ONG de protección de mascotas y la municipalidad se enfrentan.


Cárcel de Perros
@juasalas

El centro de Zoonosis se encuentra en Hernandarias 10200, a unas cuadras del Hospital Interzonal. Que irónico es que los perros callejeros y sin recursos sean atendidos cerca de las personas sin obra social ni recursos.

El lugar cuenta con un quirófano en muy buen estado, aunque no impoluto como uno pensaría debería ser el lugar donde se realizan operaciones. Al lado un cuarto chico con varias jaulas; calor de verano húmedo y olor nauseabundo: mierda mezclada con remedios, pis y cuarto de geriátrico. Sólo un perro había en esas celdas, esperaba que sea su turno para ser castrado.

En un galpón largo como una cancha de futbol 5, había 40 jaulas, 40 perros únicamente podían estar ahí. Sólo canes con antecedentes de haber mordido.

El centro de Zoonosis no es la perrera que cualquiera supondría, funciona más bien como una cárcel, un lugar para mantener tras las rejas a los perros que mordieron a personas; desequilibrados, inadaptados sociales o quizás simplemente animales.

 Los perros en ningún momento están en libertad, sus jaulas miden aproximadamente un metro cuadrado, espacio suficiente para que den tres vueltas antes de echarse a dormir.
De noche están bajo techo y el resto del tiempo en otra jaula al aire libre, son alimentados y aseados mínimamente en el lugar dos veces por día. Aseados significa que les tiran un chorro frío desde una manguera para echarlos hacia el otro lado de la reja y poder limpiar tranquilamente los excrementos.

Entre los reos peludos y de cuatro patas se pueden distinguir una mayoría de rostros resignados, sin ganas de luchar o escaparse. Algunos, los más idealistas, todavía ladran como si el demonio se hubiese apoderado de ellos, una forma de manifestar, de decir: “¡Estamos vivos carajo y este lugar apesta a humano!”.

Tal vez no todos los perros lleguen a ir al cielo, como profesa una vieja película infantil, pero los pecadores pasan por este purgatorio que se llama centro de Zoonosis y una vez aquí, sea el cielo o el infierno, cualquier destino es mejor que esto, morir abandonado, en una eterna espera que no tiene ningún fin.