Submarinos nazis: Ultima parada, la Perla del Atlántico














 Por Emanuel Laure y Tamara  Vartabedian



Hace casi 70 años, una silueta de un submarino, distinto a las naves argentinas, emergió sorpresivamente sobre las aguas del Puerto de Mar del Plata. Luego le siguió otro. Las especulaciones del desembarco de jerarcas nazis al país, oficiales de alto rango e incluso del mismísimo Hitler, comenzaron a correr. Las declaraciones de los marineros de la tripulación que arribó a la ciudad, a las 7 de la mañana de aquel 10 de julio de 1945, fueron catalogadas como “top secret” por el gobierno Inglés y Estadounidense y podrían darse a conocer recién en el 2020, pero queda mucho tiempo por esperar y muchas cosas para contar.
 
A fines la Segunda Guerra Mundial, el Ejército Rojo (URSS) estaba en la puerta de Berlin y Hitler ya no tenía escapatoria. Una de las hipótesis que los historiadores creen posible es que Hitler no murió en su búnker sino que éste era un doble y que el verdadero Führer, junto a su esposa, Eva Braun, escaparon mediante la operación “Berseed Süd” (Ultramar Sur) hacia el puerto de Horten (Noruega), ciudad donde funcionaba la base de submarinos más importantes.

 A partir de esta idea de escape, los rumores acerca del destino del líder nazi son muchos. Uno de ellos, supone que ambos, Hitler y Eva, se embarcaron rumbo a la Argentina, en uno de los Uboats (el U-977). Estos submarinos, también denominados “Lobos Grises”, tenían una modalidad: no viajaban solos, siempre en grupo.  

 Lo cierto es que 40 de ellos partieron del puerto. Sólo 30 fueron encontrados en distintas partes del mundo y 10 permanecen desaparecidos hasta el día de hoy. 

 El narrador marplatense, Germán Diograzia, autor de “Charlas con Adolfo 1958”, expresa: El 4 de julio de 1945 el crucero brasileño Bahía sufre un sospechoso accidente donde mueren cientos de personas. Se cree que una de las naves nazis disparó un torpedo y produjo la tragedia”.

Seis días después, un submarino se rinde frente al puerto de Mar del Plata. Los tripulantes del U-530 son  apresados por la Armada Argentina, que en ese momento se encontraba a cargo de Rodolfo Sáenz Valiente. De los 14 torpedos que el submarino debía cargar, faltaban dos, presumiéndose que habían sido los utilizados para hundir el crucero Bahía. 

A una milla y media del puerto de Mar del Plata, uno de los submarinos comienza con los destellos luminosos para dar con las autoridades navales y acordar su rendición. Precavidos, algunas horas antes se habían deshecho del armamento principal en cubierta, los torpedos, el equipamiento electrónico, las claves y el libro de bitácora. El Capitán, Ramón Soyuz, autoriza el ingreso de la imponente maquinaria alemana y el comandante nazi, Otto Wehrmut, de tan sólo 25 años, forma en fila a sus 54 subordinados, todos también de corta edad.

“SE ENTREGÓ UN SUBMARINO NAZI EN MAR DEL PLATA: El capitán y 54 marineros son Prisioneros de Guerra. Llegaron desnutridos, estuvieron 15 días sin comer”, rezaba el titular diario Crítica por aquel entonces. 

Según las declaraciones prestadas por la tripulación, el U-530 había zarpado de la base de Kiel el 19 de febrero y luego de un reaprovisionamiento en Kristiansand, Noruega, fueron informados del fin de la guerra, cuando estaban rumbo a Nueva York. Wehrmut firma oficialmente la rendición y el pabellón Argentino es izado en el mástil del submarino. 

Diograzia, quien lleva a cabo una investigación nazi desde hace 10 años, cuenta: “En confesiones realizadas a la Armada Argentina, de manera extra-oficial y que fueron guardadas durante 57 años, el comandante, Otto Wehrmut, sostuvo que su intención era recalar en Miramar. Dijo, además, que avistó el faro de Punta Mogotes, a las 3 de la mañana del 9 de julio, a unas 18 millas de distancia, pero que lo esquivó porque quería llegar a la ciudad vecina, donde finalmente lo hizo a las 6 de la mañana. A las 9 de la noche volvería a la ciudad, dónde posteriormente se entregaría. El capitán no pudo explicar por qué falta una de las seis balsas de goma que contaba el U-530, con gran capacidad para llevar a personas y bultos”.

 El autor devela  que el mismo submarino zarpa del puerto de Mar del Plata un mes y medio después de su llegada, remolcado por el ARA “Ona” y escoltado por el ARA “Misiones” y el ARA “San Juan”. Partiendo hacia Río Santiago, el comando Alemán es intervenido por oficiales norteamericanos con la intención de llevarlos a su país. 

El segundo submarino llega el 17 de agosto de 1945. Las naves Argentinas del puerto de la ciudad, entre ellas el remolcador Ranquel, escoltaron al U-977, que atrancó a las 11 de la mañana y estaba en perfectas condiciones y combustible de sobra, a diferencia del primer submarino. 

Documentos secretos de la Armada, revelados años después por  el mismo narrador, atestiguan que las autoridades Navales Argentinas estaban avisadas por la Cancillería de la posible aparición de submarinos alemanes por el litoral marítimo argentino, que “tratarían de llegar a aguas japonesas”.

En el libro “Charlas con Adolfo 1958”, el escritor cuenta una de sus experiencias, en donde se entrevista  con el creador de la Escuela Náutica de Mar del Plata, constructor del puerto de la ciudad y muchos del mundo, quién le afirma haber presenciado la memorable escena en 1945. El marinero, a bordo del velero Albatros, formaba parte de la tripulación que había guiado a la nave del Tercer Reich al puerto de La Feliz. Otra de las operaciones secretas, que involucraba al gobierno Argentino de ese entonces, con el de la cruz gamada. 

La máquina estaba comandada por Heinz Schäffer, de 24 años, y la tripulación compuesta por 32 hombres, todos jóvenes. Sin embargo, cuando partieron de Kristiansand, el 2 de mayo de dicho año, la nave tenía 16 personas más. El comandante confesó que las personas faltantes habían decidido quedarse con sus familias en diferentes puertos, versión que no dejó muy convencidos a los interrogantes argentinos, quienes rápidamente comenzaron a especular con el desembarco de los jerarcas en diferentes puntos de las costas argentinas, junto con documentación nazi y gran cantidad de dinero.

El paradero de la tripulación del U-530 y del U-977 es desconocido. Cartas de marineros datan que durante su estadía en Argentina, fueron tratados como una suerte de celebridades, agasajándolos con regalos, cenas e invitaciones. Luego, mediante presiones de Estados Unidos serían deportados, de la isla Martín Garcia, y trasladados al hotel de inmigrantes en Buenos Aires, para hacer una escala en Estados Unidos y terminar en los Campos de Prisioneros 2218


y 22 de Bélgica. Es allí donde pasaron de ser  camaradas alemanes y comenzaron a recibir trato de prisioneros.

Finalmente en septiembre de 1945, el U-977 junto al U-530 son llevados a los Estados Unidos, navegando por sus propios medios. Una vez retirados los equipos más delicados de ambas naves, la marina estadounidense ordena que sean torpedeados y hundidos en el Atlántico, cosa que ocurre en noviembre de 1946, al ser torpedeados por el submarino USS Atule. Es el fin de los “lobos grises” en la costa atlántica.