Basta de Prejuicios

Por Marcela Lujan y Marina Cruz

Primer día de clases. Los nervios y la ansiedad invaden a los estudiantes. La curiosidad elevada al máximo por conocer a aquel que los guiará durante todo el año en esa materia que sólo con su nombre asusta.

A veces permanecen en silencio, como la calma que antecede la tormenta y en otras en bullicio, como esperando tapar la incomodidad de la situación.

La espera se hace larga…

Y por fin entra él: estatura media, ceño fruncido, paso firme, usa un saco negro acompañado con una corbata de nudo perfecto y con la mirada intimidatoria pareciera estudiar en detalle a cada uno de los presentes.

Se acerca al escritorio y acomoda sus cosas.

Ahora sí, el silencio es absoluto y las filas de pupitres son tan rectas que parecieran estar medidas al centímetro.

Y así, sin más, aparece eso que angustia, preocupa y hace preguntarse si a todos les pasará lo mismo: Los preconceptos.

En pedagogía, fundamentalmente en la teoría del aprendizaje significativo, se define al término “preconcepto” como una representación que posee el alumno o el profesor sobre algún aspecto de la realidad, y que constituye el punto de partida en el proceso de aprendizaje para la asimilación de los verdaderos conceptos.

De una encuesta realizada a 100 alumnos, un 70% reconoció tener o alguna vez haber tenido preconceptos. La mayoría fundamentan sus motivos recurriendo a la apariencia física o la impresión a primera vista.

Otros se guían por la actitud que toma el docente frente a clase o incluso los comentarios que han tenido de esa persona por parte de otros alumnos.

En cambio, algunos autocríticos aseguran que el problema se debe al entorno socio-cultural en el cual se han formado.

Pero la inquietud esta en lo que pasa en realidad: ¿Se cumplen esos preconceptos?

Casi la totalidad de los encuestados aseguraron que sus apreciaciones se cumplieron en un 50% o menos.

Por su parte, los profesores aseguraron sólo en un 10% tener ideas previas con los alumnos. En esos casos, los educadores se basaron en la apariencia física o en las actitudes de los chicos, tales como hablar por sobre los demás o las reiteradas interrupciones.

En definitiva, ¿para qué sirve la generación de preconceptos?, si en realidad queda demostrado que en la mayoría de los casos sólo se trata de una apreciación sin sentido que conlleva malestar e intranquilidad a alumnos y en menor proporción, a profesores.

La profesora de nivel secundario de Lengua y Literatura Patricia Alejandra Ponce (Matricula Nº 26.094) aseguró que “la adquisición de ideas intuitivas es inherente al proceso del conocimiento humano. Se han documentado tales preconceptos en alumnos de todas las edades (aun en estudiantes avanzados de ciencias) y en diversas culturas”.

Además agregó que “los preconceptos actúan como sistemas explicativos con los que las personas dan sentido al mundo que las rodea y comprenden ciertos fenómenos. Estas concepciones actúan como una especie de plataforma sobre la que se construyen nuevos conocimientos”

A su vez, esta idea de hacerse una imagen previa del otro, indefectiblemente se encuentra ligada al concepto de discriminación del que nadie esta exento y que sin duda es necesario reducir para mejorar la convivencia diaria dentro de una sociedad.

Al respecto, Ponce consideró que “a veces para mirar hay que cerrar un poco los ojos saturados de tanta comercialización, miedos y preconceptos innecesarios para la verdadera calidad humana, porque ese debería ser nuestro punto de interés antes de que cualquier limitante visual nos prive de llevarnos buenas sorpresas”.

Claramente, es un trabajo necesario que hay que hacer y que nos ayuda a reflexionar en cada ocasión, en el que se nos presente esta situación, para así lograr conocer a la persona detrás del profesional y viceversa.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Wiii la usaron para la página!