EL ARTE DE CURAR: COSA DE LOCOS

Por Ayelén Rosso, Martín Zelaya, Paula Filgueiras y Jeremías Magrini


Cada vez es más común que instituciones psiquiátricas o de ayuda a personas con problemas de salud utilicen recursos prácticos para orientar a sus pacientes en las relaciones profesionales y humanas. A través de las producciones artísticas que exhiben estos establecimientos se genera un continuo vínculo con la sociedad, la exclusión deja de ser un problema y los cambios en la autoestima del interno se reflejan en las ganas de seguir componiendo obras.


La revolución psiquiátrica nació gracias a Franco Basaglia, un médico que consiguió convertir los antiguos manicomios en un espacio de régimen abierto en el que fuera posible el trato directo entre los pacientes y los restantes miembros de la sociedad.
Desde ese momento, y tras la gran repercusión del movimiento a favor de los enfermos, se cuestionó el accionar de los hospitales para enfermos mentales donde se determinó que las prácticas empleadas, por ese entonces, eran más perjudiciales que beneficiosas.
El proceso de cambio actualmente consta no sólo del cierre de los manicomios sino de internaciones cortas, tratamiento ambulatorio y cooperativas de trabajo.

Pioneros en el tema

El movimiento artístico-psiquiátrico iniciado en Italia en los 70’ llegó a la Argentina con la vuelta de la democracia, en la época donde el interés por ayudar al otro dejó de ser un delito.
En 1984 El Frente de Artistas del Borda, desde un inició desarrolló talleres de teatro, mímica, música y letras, entre otros destinadas a los internos. El Frente, expone las creaciones artísticas realizadas dentro del manicomio para que con las obras se traspongan los muros y los pacientes vuelvan a sentirse “útiles” y a considerarse personas. El actor de teatro, Alberto Sava es uno de los fundadores del Frente Artistas del Borda y actualmente además de ser el coordinador de esta institución, dirige los festivales latinoamericanos de internados y externados de hospitales psiquiátricos. Él comenta que en la institución se le da más importancia a lo social porque consideran que la inclusión, tener un entorno adecuado, trabajo y vivienda neutraliza los efectos de la locura.
A pesar de la contención y de la satisfacción comprobada que genera el trabajo artístico en los pacientes, lamentablemente sólo el 25% de los enfermos realizan obras artísticas. “Podrían ser más, siempre y cuando las instituciones fomentaran la actividad”, agrega Sava.

El arte como generador de efectos personales, institucionales y sociales

“Los internos en los hospitales psiquiátricos dejan de ser personas porque pierden sus capacidades de pensar, sentir y hacer. En el manicomio ellos van perdiendo la voluntad, el deseo, la pasión y los vínculos sociales, por lo tanto se convierte más que en un sujeto, un objeto. Es un ente que anda por los lugares sin sentido de la vida”, explica el actor.
El arte los convoca a una tarea donde adquiere confianza, lo ubica en un grupo e interactúa, así comienza a sentirse reconocido y acompañado.Otro de los efectos que produce el arte en los pacientes es que lo posiciona en un sentido ideológico-político y al mismo tiempo genera un movimiento institucional ya que los artistas-internos pueden denunciar a través de sus obras lo que viven dentro del manicomio.
Esto también produce un efecto social, ya que cuando paciente sale a la calle y muestra una producción artística genera un movimiento en quien observa su obra.
“De esta manera el imaginario colectivo también comienza a resquebrajarse y adquiere información nueva. Esa información le procesa un sentido distinto, una mirada distinta con respecto al loco”, comenta Alberto Sava.

La mirada de un NO-Cuerdo

Hugo, padece problemas psíquicos como consecuencia de inconvenientes financieros, que desataron en él una crisis interna. Un amigo lo acogió y lo convenció de ir al Borda para que lo tratara un psiquiatra. “Allí no sólo me atendían psicólogas sino que encontré una vocación un sentido de ser, una forma de vivir”.
Al llegar a la institución rápidamente se incorporó a la Colifata, la radio de los internos y ex internos del Hospital José Borda.
Tiempo después se integró al coro de la institución y a partir de su participación en él pudo viajar a conferencias basadas en esta iniciativa “médica” en el exterior.
Sin embargo, Hugo resalta que “es lamentable que no todos los centros psiquiátricos alienten el armado de este tipo de proyectos, que no haya una preocupación por rescatar a la gente”.
Felizmente considera que el arte curativo y también declara entre risas, haciendo alusión a la frase del Vicepresidente de la Nación Julio Cobos, “yo soy un NO Cuerdo” y agrega “nosotros los enfermos, tenemos la LOCURA no de cambiar a la gente, sino el mundo. Los NO CUERDOS tienen la esperanza de ver muchos cambios, y como no se conforman con quedarse sentados esperando prefieren empezar por generarlos ellos mismos a través del arte”.

Propuestas locales


Artquimia es un grupo de profesionales marplatenses conformado por Sonia Malba Basualdo, Licenciada en artes visuales, Fernando Ayala, profesor en educación especial, Claudia Jiménez, Licenciada en trabajo social y el Licenciado en psicología, Diego Nadeo. El objetivo de esta organización es la modificación del rol, pasar de ser paciente como sufriente a ser agente de transformación.
El proyecto pretende realizar una reinmersión social, es decir, que los talleristas puedan empezar a mostrarse desde un lado diferente al del paciente excluido, este es el caso de Carlos Montoya, un integrante de Artquimia, que afirma: “El arte me conectó con el mundo interno que tenía antes de tener esta patología”.

Los talleristas presentan sus textos y trabajos en muestras que se han llevado en tres ediciones de la Feria del Libro, en el centro cultural de SMATA y la Azotea.
“Las exposiciones permiten acortar las distancias con el público en general que tiene PRE conceptos. La locura está asociada a la maldad siempre y hay que terminar con esos prejuicios”, sentencia Fernando Amaya, coordinador de la institución.
Durante años se ha tratado de erradicar los prejuicios fuertemente aferrados a la cultura global y argentina, que se simplifican en un solo concepto “el arte es cosa de locos”. Justamente el arte es el canal perfecto para que los locos del arte y los locos que hacen arte arranquen de esta sociedad los estereotipos impuestos.
El hombre se empecina en encerrar aquello que le hace daño, lo esconde detrás de un muro, lo aleja del un sistema que genera más enfermos que sanos. La diferencia hace eco en algunas almas sensibles que saben que aquellas personas que terminan apartadas del “afuera” dentro de un manicomio, son seres que sienten, hacen y expresan.
Artistas y profesionales que conocen los beneficios del arte como terapia espiritual, política, revolucionaria y curativa apuestan a proyectos independientes, contra el mundo y los muros para “desmanicomizar” a esas personas. Y sobre todo para sanar a la sociedad de sus prejuicios, porque la locura no es sinónimos de maldad y el arte es cosa de todos.

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