“Deseo ser grande… ¡Pero no quiero cumplir 30 años!”

Por Ludmila Pellegrini


 Cómo nos gustaba cumplir años cuando éramos chicos. Ir a esos salones llenos de juegos, juguetes y cosas que en casa no había, como peloteros, disfraces y juegos electrónicos. Los chicos disfrutaban, y algunos grandes también. Pero lo más lindo era el día de nuestro cumpleaños, cuando todos los regalos, los besos y la atención de familiares y amigos eran para uno. 

Cuando la edad de festejar los cumpleaños en salones infantiles había quedado en el pasado, llegaba la hora de los asaltos, de las matinés, de los primeros juegos como “Verdad consecuencia” y “la botellita”. Más tarde, las fiestas de 15, luego, las de egresados. Y, a partir de esos tiempos, el comienzo de la cuenta regresiva.

En general, a la mujer no le gusta confesar su edad, pero sí festejar su cumpleaños. ¿Cómo se entiende? Es muy simple: muchos prejuicios existen sobre aquella temible edad que está cada vez más cerca y perjudica directamente el autoestima de una mujer, los odiados 30 años, la tercera década de vida. Si todavía la mujer no está casada, “se le fue el tren” y ya llegó su “fecha tope” para realizar todas esas cosas que tenía planeadas hacer. Algunas mujeres comienzan a notar sus arrugas, ya no es tan fácil perder los kilitos de más, y ni hablar de encontrar una buena pareja.

Según Marcela Sánchez, psicóloga y terapeuta familiar, esta crisis surge a raíz de que, cuando uno es  joven planea lo que quiere para su vida: “Todas lo hacemos a los veinte. Decimos: me voy a casar a los 25 años y voy a tener mi primer bebé a los 27. Y después, cuando llega esa edad, nos damos cuenta de que no estamos ni cerca de hacerlo”. Y no está mal. “El punto está en saber que a todas nos pasa y aceptarlo con humor”, explica.

 Cumplir 30 tiene una carga emocional para todas. Es el cambio de década más importante.  “Una mujer a los treinta puede no saber aún con exactitud qué es lo que quiere para su vida, pero sí sabe qué es lo que no quiere. Ya vivió lo suficiente como para descartar tipos de relaciones, de trabajos, de amistades y actividades que no le gustan y no le convienen. Una mujer de 30 años ya conoce su cuerpo, sabe lo que le da placer y lo que no pero tiene la suficiente seguridad y apertura para seguir experimentando; sabe qué ropa le queda bien y cuál no”, expresa la licenciada. Pero también, estos cambios pueden depender de cada mujer que tenga esta edad, de su autoestima y de su seguridad.  “A mí los 30 me vinieron bárbaro. Me siento en la cresta de la ola. Tengo una hija hermosa y me siento realizada personal y profesionalmente”, expresa Candela Villaroel, de 31 años.

Si bien es cierto que en este tramo de vida una mujer está en su punto más pleno de vitalidad y madurez, hay que entender que cuando una ya es madre y esposa tiene muchas responsabilidades, como la casa, los chicos, el perro, la cena y las compras del súper. Esto, según la psicóloga, tiende a poner a la mujer en un lugar de inferioridad, ya que siente que no tiene tiempo para ella y se deja estar. Por eso es que surge la depresión, la baja autoestima y las inseguridades que afectan a la mujer de esta edad.

Además, muchas dudas rondan por la cabeza de una mujer. Aquellas que desean ser madres se plantean hasta cuándo podrán esperar. Es la etapa clave en la que la mujer se enfrenta cara a cara a su reloj biológico. “La presión externa e interna causada por las decisiones muy importantes que debe tomar en la vida, como el matrimonio y la maternidad, especialmente cuando la mayoría de sus amigas están casadas y con hijos”, comenta Marcela Sánchez. “Hay mujeres que aunque saben que quieren ser mamás, postergan la maternidad, una situación que es cada vez más común en la sociedad actual en la que muchas mujeres se concentran primero en sus carreras profesionales”.

Todo está más que claro. La mujer de 30 debe ser segura y optimista, porque la madurez tiene muchísimas cosas positivas. Es importante saber ubicarse y poder tomar decisiones desde la libertad y no tanto desde lo que la sociedad impone, y de esta forma podremos sentir que la vida que tenemos es la que hemos elegido. Cuando somos jóvenes, lo que más deseamos es crecer. A los 20, tenemos la sensación de que el mundo está a nuestros pies, somos jóvenes y tenemos el tiempo y la fuerza suficientes para conseguir todo lo que nos propongamos. El viaje es largo y la llegada está muy lejos todavía.

Pero en algún momento, entre los 30 y los 35, algo cambia. De pronto sentimos la presión de hacernos mayores y tenemos la sensación de que el tiempo vuela. 

Las mujeres en su totalidad, sin hacer distinción de edades, tienen que entender que el paso del tiempo es inevitable e irreversible, y aunque cueste aceptarlo, afecta tanto a mujeres como a los hombres. Hay que aceptar con humor y felicidad el paso del tiempo. Cuando las mujeres estén en paz con ellas mismas, la vida no parecerá tan dura y complicada.

Foto:  http://elblogdelupi.com

0 comentarios: