Alquileres: “Se busca compañero de cuarto silencioso, con dinero y ganas de cocinar”


Por Eugenia Pandín, Florencia Perissé y Gonzalo Gobbi.

Mar del Plata cuenta actualmente con un alto porcentaje de jóvenes que año tras año se instalan en la ciudad con la finalidad de estudiar una carrera determinada en el amplio abanico de posibilidades que ofrecen las universidades e institutos locales. A la hora de mudarse de ciudad, llegar, adaptarse, el arraigo y la incertidumbre del cambio, son algunas de las cuestiones que habrá que superar, aunque sin duda uno de los mayores obstáculos resulta ser: “¿Dónde voy a vivir?” y “¿Cuánto voy a pagar de alquiler?”.
Tras consultar precios, recorrer distintos barrios y visitar decenas de inmobiliarias, surge la ineludible idea de la convivencia: “¿Y si alquilo con un amigo o amiga?”, “Me va a salir menos, pero… ¿voy a poder estudiar en paz?”, “¿Quién va a cocinar y quién querrá lavar los platos?”. Positivas y negativas son las experiencias al respecto. “Los dos primeros años de la carrera los hice compartiendo un departamento de dos ambientes con mi compañera, fue insoportable y ahora sola me siento más tranquila”, sostuvo Lucía, estudiante de 3º año de Diseño Gráfico. “Prefiero compartir el departamento porque limpiamos entre los dos, nos arreglamos bien con la comida, nos damos pilas para estudiar y al final terminamos pagando menos”, aseguró por el contrario Ricardo, alumno de 2º año de la carrera de Contador Público Nacional
A pocos meses del inicio del último mes del año, diciembre se convierte para muchos en una palabra que alude al alivio del estudio y paralelamente al comienzo de un creciente acumulador de estrés, pues es el período en el que hay que entregar el departamento, muchas veces con la incertidumbre de saber si ese mismo lugar será el que el estudiante ocupará el año siguiente, o si por el contrario deberá emprender un nuevo paseo de puertas giratorias por las inmobiliarias marplatenses en busca de un inmueble disponible a partir de marzo para retomar la carrera.

Burbuja inmobiliaria

Vivir solo y/o mudarse no son cuestiones simples. La variabilidad en los precios no solo afecta a los productos sobre las góndolas del supermercado, al transporte, a la indumentaria y a la educación, sino que naturalmente los valores de los alquileres han aumentado y varían notablemente según la zona y las condiciones del departamento.
En ese sentido, Perla Tomachio, empleada de la inmobiliaria Pezzati, reconoció que a lo largo 2008 el valor de los alquileres se ha incrementado en alrededor de un 20% y subrayó que los requisitos que se le solicitan a un estudiante para rentar un inmueble, son exactamente los mismos que se les exigen al público en general -a diferencia del recibo de sueldo-. “Se les pide una garantía propietaria, que normalmente son los papás los que se ocupan, y algunos pagan por adelantado y otros lo hacen mes a mes, eso depende del departamento y de la inmobiliaria que lo esté manejando”, explicó.
Si bien la mayoría de las inmobiliarias extienden sus contratos a 9 meses para los estudiantes, en otros casos los plazos son únicamente de 24 meses, con el objetivo de asegurar la permanencia del inquilino en el lugar. Sin embargo, Tomachio aseveró que “hay muchos jóvenes que prefieren firmar contrato por 24 meses, lo que les asegura el mismo departamento durante dos años de la carrera y les permite instalarse y ambientarlo a su gusto”.
Consultada acerca del tipo de vivienda más solicitada por los jóvenes que deciden residir en la ciudad para llevar adelante sus estudios, la empleada sostuvo que “si bien la mayoría de las veces los chicos buscan algo cómodo de uno o dos ambientes, existen casos de personas que estudian una carrera, como podría ser arquitectura, que obligadamente les demanda un espacio físico mas grande, por lo que deben pensar en tres o cuatro ambientes”. Finalmente, Perla Tomachio aseguró que esta situación se ha agravado en los últimos cinco o diez años debido a que, según su convicción, “Mar del Plata está preparada para el turismo pero no para recibir a tantos estudiantes de otras ciudades”.
Emprender una tarea universitaria o terciaria no resulta nada fácil, trabajar y estudiar al mismo tiempo mucho menos, y al parecer, la búsqueda de un inmueble adecuado resulta ser otro inevitable dolor de cabeza y bolsillo por el que el estudiante, y sus padres, no podrán dejar de atravesar a la hora de mudarse de ciudad.

Pensionado


Por Belén Colombo y Walter Varela

Sueña el despertador y salto de la cama. No es el mío, vuelvo a dormir. Cosas que pasan cuando uno comparte la habitación. Finalmente reconozco la melodía minutos más tarde, me incorporo en la cama y me estiro como si hubiera dormido en la cáscara de una nuez. Achino los ojos y miro hacia el baño: otra vez ocupado. Siento por un momento la tentación de volver a zambullirme en la cama.

La vida en una pensión no es fácil, tiene sus pros y sus contras. La decisión de vivir en estos hospedajes la toma uno pero en realidad el que manda es el bolsillo.

-Todo es plata pibe, todo es plata.- Me dice el encargado mientras me convida un mate.
Me lanza la enseñanza del día como todo un poeta, mientras yo espero mi turno para cocinar algo en la pequeña cocina y me imagino sacando número como en un banco, pero no para abrir una cuenta corriente sino para lavar los platos.
De pronto mi vida toma un rumbo inesperado, abro la heladera con ansias de comer una de las empanadas que quedaron de anoche. Busco y sigo buscando. No me resigno. Las empanadas no aparecen y cada vez tengo más hambre.

-¡Pero la puta que los parió ¿quién se comió mis empanadas?
- Dejá, no te hagas drama, yo te invito de mi almuerzo.
Quien diría que una demostración famélica de bronca podía llegar a producir un acto solidario. Sin embargo a veces pasan cosas buenas en la convivencia, que hacen que uno se sienta menos solo y se identifique con otros que están “en la misma”, tanto que en ocasiones hasta estudiar es más fácil.

Ponerse de acuerdo

Esta tarde sigo estudiando para el final y no me resulta sencillo. Esta tarde alguien escucha a Madonna a todo volumen, yo intento leer. Después de un tiempo uno se acostumbra a estudiar en condiciones incluso hostiles, apartarse del mundo, abstraerse y sólo pensar en lo importante para aprobar.
La comida y las visitas en las habitaciones están prohibidas. En las habitaciones generalmente hay comida. Y visitas también.En estos casos todo depende. En general sólo se trata de ponerse de acuerdo.

Una vez por día saco cuentas. Me imagino en un departamento sólo con todos los beneficios de la independencia. Y saco cuentas, por eso me quedo. Tengo televisión por cable, calefacción, luz eléctrica, gas: todos los servicios y ninguna factura. Después de todo, ¡qué bien que se vive en la pensión!