Por Lucía Falotiche, Daiana Casas y Michelle Ponce
Miradas, mensajitos de texto,
sonrisas, la ropa y el perfume, una preparación casi religiosa. El punto de
reunión está dicho, y el encuentro es inmediato. El hombre muestra sutilmente
su caballerosidad, al sacarle la silla. Y ella, se encanta con ese coqueteo. La
velada transcurre con tranquilidad, y ambos se sienten a gusto, la cena va
acabando y en sus mentes la idea de verse por segunda vez, los invade. El
hombre realiza la seña y de repente el mozo se acerca, sus gestos se enfrían. La mujer tiene varias opciones, amagar a pagar, agarrar el celular o ir al
baño; él en solitario piensa. ¿Quién tiene que pagar la cuenta?
No es válido el “miti miti”, ni el
“paga vos”. Según un sondeo realizado a
30 mujeres de la ciudad de Mar del plata, de entre 15 y 35 años, la
mitad considera que el hombre debe
sacrificar la billetera y que ellos deben mantener la apariencia de príncipe
azul. Es por eso que casi automático aparece el billete del caballero y así cancela los minutos de incomodidad.
En la actualidad, el rol de las
mujeres ha cambiado. Los pañales, las mamaderas y los platos sucios han quedado
atrás, ahora ellas también son un sostén y aporte a la economía del hogar. Sin
embargo, para muchas, ellos siguen siendo los que llevan los pantalones, y brindan
estabilidad y seguridad a su hogar. Algo que se muestra en contradicción con la
nueva mujer independiente, que cree en un sentido más igualitario al momento de
afrontar los gastos en pareja.
A pesar del paso del tiempo, la
caballerosidad sigue reflejándose entre los más jóvenes: abrir la puerta del
auto, esperar que entre a casa o simplemente sorprender con flores cortadas de
un jardín, son actos que demuestran que estas costumbres siguen vigentes y que
aún así, poca relación tiene con el machismo, sino que es más una cuestión de
cortejo y aprecio.
Por otra parte, las primeras citas
manifiestan las intenciones a futuro de una posible relación. Un claro ejemplo,
es que las mujeres reconocen, que aunque muchas veces se ofrecen a pagar,
esperan que los hombres se lo impidan. De la misma manera, pagar a medias es
sinónimo de que la cita no tuvo éxito.
David Frederick, profesor de la
universidad de Chapman de California, Estados Unidos, realizó en el 2013 una
encuesta sobre qué género debe pagar la primera cita. A su vez, analizó la
resistencia a los cambios con respecto a las normas convencionales. Los
resultados de la investigación fueron claros: los hombres aceptan que sus
parejas tengan un ingreso fijo, pero ellos no realizan el mismo esfuerzo para
hacer las actividades domésticas, que a lo largo de la historia se le ha
adjudicado en su totalidad al género femenino.
Entonces, la cita es el momento en el cual se observa que a
pesar de que la mujer sostiene la bandera de la igualdad, predica la teoría del
macho proveedor.
1 comentarios:
El macho proveedor o la mujer nutricia son figuras culturales que son modelos ideales inconscientes de nuestra sociedad. Al ser "ideales" se responde a ellos casi sin pensar, satisfactoriamente y de generación en generación; lo que no significa que se inviertan estos roles en varios casos. Que el macho sea provedor es análogo a protector, ya Freud decía que que ama según el modelo del padre protector o a la mujer nutricia cuando se hace ua elección de objeto de apoyo y no narcisista, según el Edipo.
Despúes de todo, creo que son arreglos tácitos, la mujer en la casa con las crías, el hombre afuera, como en algunas especies animales, o en homínidos, Histotia de la humanidad.
En lo social, la mayoriía de las mujeres realizan un trabajo "invisible" del hogar (restos del artesanado en la antiguedad) que es recompensado monetariamente por el hombre, si lo pensamos desde el costado capitalista.
Además, si lo pensamos desde el valor fálico del dinero, la primera cita, aunque sea un café, es importante que sea invitada, ahí el hombre mostraría sus emblemas masculinos, mientras que los de la mujer son la belleza, juventud, y otros que no pasan por el dinero.
Mucho hay para decir en cuanto a la relación hombre-dinero y mucho mas que mujer-dinero. Los hombres lo saben bien.
maría cecilia anton
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