Por Tamara
Vartabedian y Emanuel Laure
Es la hora de la
cena en la casa de la familia Langoni. Miguel, ‘Miguelito’ para los conocidos,
se alegra al escuchar el llamado de su madre para poner la mesa. Su felicidad
aumenta cuando se da cuenta de que prepararon su comida preferida: Hamburguesas
con papas fritas. Pese a que aparenta ser una comida familiar común y
corriente, no todo es lo que parece. Miguel
tiene 8 años y pesa 90 kilos.
-No me parece tan
dramático, es algo por lo que todos los chicos atraviesan en la infancia. Estoy
esperando que pegue el estirón- dice Juana, la mamá del menor.
El desayuno del niño
consiste en medio sachet de leche con 6 cucharadas soperas de cacao y 3
facturas, todos los días. Su vianda
para el almuerzo en el colegio, siempre es doble ración y, al llegar a su casa,
merienda el resto del sachet de leche con galletitas dulces o facturas de la
mañana. La cena, siempre abundante, lo deja saciado en las horas de sueño, para
volver a empezar su rutina al día siguiente.
-Si hago pollo, sé
que tengo que comprar bastante porque mi hijo come más que mi marido. Ha
llegado a comer medio pollo él sólo. No puedo decirle que no- explica la
madre.
Un niño de corta edad no tiene conciencia de
las complicaciones de salud que conlleva pesar casi 100 kilos antes de la pre
adolescencia. Son sus tutores los que deberían hacerse cargo de la situación,
tomar las riendas en el asunto, y no
adaptarse a su peso, sino, ayudarlo a que adelgace. Según la Organización Mundial
de la Salud
(OMS) existe en el mundo alrededor de 42 millones de niños y niñas con
sobrepeso, de los cuales más del 80% viven en países en desarrollo. Como él,
hay miles de ‘Miguelitos’ en el mundo, chicos y por qué no, adolescentes y
adultos también, que transitan una vida llena de obstáculos. Tener esa
contextura física también implica, en el mayor de los casos, ser sometido a
discriminaciones sociales.
-Este año empecé
en un colegio nuevo. En el anterior mis compañeros me empujaban y pegaban
porque decían que era una pelota con
la que podían jugar al fútbol- dice Miguelito mientras merienda.
Desde el Centro de
estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI) aseguran que lo que se debe hacer en
estos casos antes de examinar prolijamente al niño con sobrepeso, es
evaluar “genes, medio ambiente y familia”.
“No sólo prescribamos dietas que sirven de poco, cambiemos a las familias y a
los pacientes en sus hábitos de actividad física y alimentación’, aseguran
desde CESNI. Además, agregan ‘la mayoría de los niños están expuestos a pasar
muchas horas frente al televisor, lo que provoca un ocio sedentario cada vez
más atractivo’.
La obesidad es una enfermedad. Ningún obeso elige ser como es, ya sea por sus genes, por llevar
una vida sedentaria o por falta de apoyo familiar, la persona se encuentra en
esa circunstancia. La belleza es subjetiva, no hay que ser gordo ni flaco para
ser lindo. Pero si es necesario alentar,
priorizar y educar a los chicos a comer
en forma saludable, a realizar actividad física. Consulten a profesionales de la
salubridad en los casos más extremos, y así, se reducirían los 50 millones de
menores, entre niños y adolescentes, que hoy en día componen el índice de
chicos con sobrepeso de América Latina.
Los nombres de los entrevistados fueron modificados a pedido de la familia.
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