Por Nahuel Calderón, Augusto Flores y
Emmanuel Hidalgo
El 1 de
noviembre de 2012 se sancionó la Ley de ciudadanía argentina (26.774) que
detalla la posibilidad de voto optativo para jóvenes de entre 16 y 17 años.
Los adolescentes representan, en su totalidad, el 2% del padrón electoral.
Argentina es el sexto país, tras Nicaragua,
Austria, Ecuador, Cuba y Brasil, que se suma a la reducción de edad mínima para
emitir el sufragio.
En el año 2013 fue la primera vez que se realizó el llamado voto joven y contó con un presentismo
del 80%, representado en 480.000 chicos.
Para las elecciones presidenciales 2015, de un total de 1.165.000 adolescentes de
entre 16 a
17 años, 660.000 se encuentran capacitados para votar, según datos
oficiales, aportados por el ministro de Interior y Transporte, Florencio
Randazzo. Es condición indispensable, para figurar en el padrón, tener el
documento renovado; de lo contrario no podrán emitir el sufragio.
Con el objetivo de conocer el nivel de
información electoral, se realizó una encuesta
a 100 alumnos de distintos colegios
de la ciudad. Los datos fueron tomados en
Colegio Nacional Mariano Moreno (E.E.M 22 y E.E.M 23), Escuela Nuestra Señora del Camino
y Colegio Fasta.
En aspectos generales, el
50% los estudiantes consideró que la
política no le importa, mientras que a la otra mitad sí le interesa, aunque
a la vez tiene inquietudes, dudas,
desconocimiento y desinformación respecto de la política. El 70% manifiesta que no
participará en las próximas P.A.S.O.
Por otra parte, una de las paradojas de los resultados
arrojados, se manifestó en que más del 60%
siente que no se encuentra capacitada
para votar, pero sí sabe a quién le
daría su potencial voto.
Salvo casos excepcionales como jóvenes
militantes o comprometidos con una causa social como una ONG, a la mayoría no
le importa del todo o no conoce el valor de tener el derecho a sufragar.
“El compromiso con un
ideal, en mi caso, es una responsabilidad que asumo desde muy joven con una
causa. Yo soy militante, tengo mis
ideas y por eso las traemos a la escuela, formamos los centro de estudiantes.
Tenemos dos listas, la Roja y la Verde, votamos a mitad de año más o menos y el
mandato dura hasta fin de la cursada, y así cada año. Nosotros nos encargamos
de los problemas en las instalaciones, si los hay, si alguno de los chicos
tiene un inconveniente o cualquier cosa en la cual podamos ayudar”, sostuvo uno
de los entrevistados.
Existen muchos debates acerca de que
si el voto a los 16 años es o no apropiado, ya que se suele creer que los
jóvenes no tienen la capacidad intelectual con tan pocos años. Pero la
integración que en los últimos años han tenido en la sociedad ha ido en
incremento. Si bien esta muy dividida la labor que tienen los adolescentes, hay quienes ni siquiera
se interesan, no solo en política sino en las cosas sencillas de la vida; otra
gran parte decide saber lo que acontece a su alrededor, un poco por herencia
familiar y a su vez, muchos acuden a por
interés propio, que nada tiene que ver con el pensamiento o ideología del
núcleo hogareño.
Los chicos se introducen en el debate
político, no solo para saber de política, también para opinar con fundamentos
en cualquier índole. Un antecedente del cual se habla siempre, y con gran
valor, es la reconocida “Noche de los
lápices”, en la cual adolescentes de menos de 18 años reclamaban por el
boleto estudiantil en plena dictadura. Este hecho es un claro ejemplo de que no
se necesita ser “grande” o “maduro” para luchar por derechos sociales. Es por
esto que cuando se suele decir, “son chicos, como van a votar”, hay que
recordar siempre la fatídica noche de los años setenta, para ver que cuando se
tiene un ideal, poco importa la edad.
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