Detrás del crecimiento del fútbol
femenino en nuestra ciudad hay historias que desconocen de límites y que día
tras día se superponen al desinterés y al menosprecio. Las chicas reclaman su
lugar y los recientes logros agigantan sus esperanzas.
Por Ulises Catriel Cuenca y
Pedro Labrador
Tarde de fútbol normal como cualquier otra. La
delantera del equipo local se saca dos jugadoras de encima y consigue un corner
al enviar un centro interceptado por una rival. La maniobra genera los aplausos
de los allí presentes.
Hasta aquí, nada fuera de lo común. Lo curioso se da al
apreciar que tanto a esa futbolista, como a su rival y la gente que se acercó
al estadio los une una historia de esfuerzo que, con más palos en la rueda que
satisfacciones, hoy hace que el fútbol femenino tenga su humilde lugar y con un
crecimiento que asombra a propios y extraños.
Este fenómeno ha llegado a nuestra ciudad para
quedarse. Son moneda corriente los partidos de chicas en las plazas y en
canchas de césped sintético, como así también las tan exigentes pretemporadas
en la costa. Lo que hace unos años parecía ser utópico, hoy no puede pasar
inadvertido.
La Asociación del Fútbol Femenino de Buenos Aires y la
Fundación de Fútbol Femenino de Mar del Plata (AFFeBA-FuFFeMa) son las entidades
que regulan el fútbol femenino de la ciudad y administran el campeonato oficial
(con dos competiciones anuales: apertura y clausura). Aquello que empezó hace
cinco años con un torneo organizado por el club Al Ver Verás, hoy cuenta con
una liga de Primera y hasta categorías de reserva e infantiles.
Detrás de esta institución, hay padres, madres,
allegados y dirigentes que tuvieron que poner dinero de su bolsillo para
solventar gastos de transporte, concretar compromisos, comprar materiales de
entrenamiento, etcétera. Son incontables las acciones realizadas por estas
personas para mitigar la desidia de la Liga Marplatense de Fútbol y
hasta de las altas cúpulas de los propios clubes.
El machismo y el desinterés por parte de esta
gente que dice representar a los socios de los clubes afecta pero no frena el
crecimiento de esta disciplina. Hace poco tiempo, un presidente de un conocido
club de la ciudad sostuvo que “el fútbol es para hombres y no para mujeres. A
mí no me importa si salen campeonas o no, no soy presidente de esa parte. Sólo
utilizan el nombre del club para jugar los torneos, no son parte de nuestra
institución”.
En contraposición, la secretaria de AFFeBA, Cristina
Jiménez, afirmó: “AFFeBA va en camino de ser la representación misma del fútbol
femenino. A uno jamás se le hubiese ocurrido que evolucionaríamos tanto”.
Ella, como tantas otras personas, es una de las principales estandartes en esta
historia que conoce muchos “sí” y ningún “no”.
No sólo con la conformación de un torneo se pueden
divisar los frutos de tanto empeño. En junio del año anterior, un combinado
marplatense representó a la ciudad en el Nacional de Fútbol de Salón en Mendoza
mientras que otro enfrentó a UAI Urquiza, vigente campeón nacional y que, a la
postre, cuenta con tres jugadoras marplatenses en el plantel. Otro dato para
nada menor es que tres chicas marplatenses ya formaron parte de la selección
nacional.
Además del esfuerzo, también se destacan el entusiasmo
y la integración. Muchas chicas tienen el lugar que nunca tuvieron en clubes de
tanto de fútbol como de futsal. Actualmente, 562 jugadoras forman parte de las
distintas competiciones, mientras que 138 pertenecen a Primera División. Un
número que año tras año se ve superado.
“El fútbol me llena el alma; entro a la cancha y me
olvido de todo; son mis ganas de vivir”, reconoció Milagros Menéndez,
delantera categoría ’97 que integra el plantel de UAI Urquiza y que hasta el
año pasado disputaba el campeonato de AFFeBA-FuFFeMa.
Resulta que Menéndez sorprendió al técnico de ese
equipo cuando el año pasado los porteños enfrentaron a una selección
marplatense. Así como con la joven, el entrenador de UAI Urquiza, Carlos
Borrello, elogió la preparación y el entusiasmo mostrado por las jóvenes de la
ciudad.
Tanto Menéndez como las otras marplatenses del
equipo, Ayelén Sánchez y Marina Delgado, son los espejos en donde se ven
reflejados los sueños de todas esas chicas que se levantan muy temprano cada
domingo para disfrutar de un deporte que tendría que ser para todos por igual.
Claro está que la fuerza de esta ola arrastra cada una
de las adversidades que se presentan en el camino. Todavía queda mucho por
hacer, pero este crecimiento del fútbol femenino en la ciudad es
impredecible. Veremos si algún día tendrá el respaldo que merece y si logra
mitigar el menosprecio y la envidia.
Las chicas reclaman su lugar y detrás de ellas hay padres y
dirigentes que no han sacado beneficios económicos de esta disciplina. Sólo
buscan algo tan sencillo y coherente como un poco de apoyo para que las mujeres
puedan disfrutar de este hermoso deporte.
La diez del conjunto dueño de casa recoge la pelota del
suelo y se dispone a lanzar el tiro de esquina desde la derecha. Sólo ella, su
equipo, sus rivales y la gente que hizo eso posible saben lo que pueden llegar
a lograr.
Foto: solofutbolfemenino.com
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