Por Branco Troiano
Cada vez se toma más. Los bares y boliches son los lugares elegidos para dejar de lado cualquier inhibición existente. El alcohol es su principal herramienta, y es un tema que preocupa a muchos. El crecimiento de esta problemática es continuo. Su ejemplo más claro se halla en las “previas”. En ellas, pareciera ser que el que no toma alcohol queda excluido del resto, como si lo correcto fuera consumir hasta que el cuerpo diga “basta”.
Desde
un enfoque profesional, pero arraigado también a explicaciones sociológicas del
tema, el médico marplatense Pablo Del
Cid (matrícula nº 93383) dio su parecer al respecto. “Es un tema interesante. Hay que basarse en datos concretos, objetivos,
los que aporta la Organización Mundial de la Salud. Ellos dicen que el consumo
de alcohol en los jóvenes creció, como también la intoxicación. Lo que pasa es
que nosotros debemos centrarnos en lo que pasa acá (Argentina), no nos sirve
mucho la estadística importada. Hay muchos factores para poner en juego: unos
son los patrones de consumo, porque son distintos a los otros países, como
también la tolerancia. En ese sentido, y para ejemplificar su afirmación, el
doctor elaboró una comparación entre la tolerancia de los argentinos y los
anglosajones, al decir que “nosotros, los argentinos, que somos descendientes
de españoles e italianos, si nos tomamos una botella de Jack Daniels puede
llegar a ser catastrófico, en cambio para ellos quizás no lo sea”.
Por otra parte,
Del Cid destaca que el alcohol es una droga que tiene diversos “blancos”, es
decir, ataca varias zonas del cuerpo. “Es una droga que va a actuar en tu
hígado, cerebro y corazón. Por ese motivo, el consumo en gran medida de alcohol
te puede ocasionar un accidente cerebro vascular, es un factor de riesgo
independiente. Además, podés tener una pérdida de conocimiento con inducción al
coma, que es un cuadro muy severo debido a que te puede llevar a la depresión
respiratoria. Es decir, hay chances de que te mueras de un paro respiratorio”.
Luego de
elaborar esa conclusión, el médico clínico viró su análisis hacia un aspecto
más sociológico. Destacó que lo que sucede con los jóvenes se puede relacionar
a su inmadurez, del hecho de “vivir el hoy como si no hubiera mañana”.
Relacionó esa frase con el hecho de que los adolescentes tomen inmensas
cantidades de alcohol, sin necesidad real alguna.
“¿Vivir
hoy como si no hubiera mañana? Sí, es probable que así sea”, dijo Matías Waiman,
marplatense de 22 años. El estudiante de arquitectura en la Universidad Pública
de Mar del Plata, se sorprende cada vez más con la situación que atraviesa la
noche en la ciudad. No entiende cómo es que no hay un fin de semana en el que
no vea gente vomitando en las calles cercanas a los boliches. “Es algo tremendo, no hay una noche en la que
no veas dos o tres vomitando por ahí. No sé si será porque no saben bien qué
están tomando, porque mezclan o porque se pasan en la cantidad. Mis amigos y yo
tomamos alcohol casi todas las veces que salimos a bailar, pero rara vez
terminamos así”.
Al ser
consultado por los efectos del excesivo consumo de bebidas alcohólicas, Matías
explicó que sabe, “como todos”, que hace mal, pero que tampoco le presta mucha
atención a las consecuencias que le puede traer al organismo en el largo plazo.
Segundos después aclaró que “lo único que me deja tranquilo es que ninguno de
mis amigos, ni yo, sufrimos una dependencia con el alcohol, tomamos sólo cuando
salimos”.
A la hora de
tratar el tema de la dependencia, la Universidad Siglo 21 realizó una encuesta
que finalizó en abril del 2015, la cual arrojó como resultado que siete de cada diez argentinos de entre 18 y 60 años
(68%) están convencidos de que el consumo del alcohol sirve para desinhibirse y
dejar los nervios de lado. Además, el 40% de los entrevistados de entre 18 y 30
años dijo que no cree que la bebida genere dependencia.
La
encuesta también indagó en qué experiencias habían tenido los participantes con
el alcohol. Alrededor de un 44%, respondió que había bebido varias veces como
para llegar a perder el control de la situación. Algo más los hombres que las
mujeres (47,2 vs. 40,6%) y más los
jóvenes que los mayores: 52,4% entre los 18 y 30 años; 48,1% entre los 31 y 40;
39,3% entre los 41 y 50, y 34,3% a partir de los 51 años.
Por su parte, el dueño del boliche costero “Sethai”, Tomás Molinatti,
coincidió en que los jóvenes “viven en una realidad en la que se toma mucho”,
pero no tuvo que lidiar con mayores problemas. A su vez, señaló que “los peores
casos que vi, en cuanto a borracheras, se trataban de chicos muy jóvenes,
recién entrados en los 18 años, que ni siquiera deben saber qué están tomando”.
En lo que va de la apertura del lugar, no necesitó de muchas llamadas a su
empresa de salud privada, Cardio Emergencias. “Tuvimos que llamar a Cardio
algunas veces por chicos o chicas que estaban muy ebrios, pero ningún caso pasó
a mayores”. En ese sentido, el presidente de Cardio, Alejandro Cian, contó que
en estos últimos cinco años, la demanda de los boliches y bares creció con
creces. Un análisis exhaustivo arrojó que desde agosto de 2011 hasta junio del
corriente año, se solicitaron 2532 atenciones en bares, pubs, restaurants y
boliches. Los casos por exceso de alcohol comprenden cerca de un 77%. Y de ese
porcentaje, quien lidera la lista es el complejo “La Normadina”, con 243
servicios pedidos; lo siguen el restaurant “Zafarrancho” con 75 y el bar “La
Llorona” con 59.
Mar del Plata no está exenta de la problemática que
aqueja a muchos sectores de la sociedad, problemática que además de provocar
importantes males en lo inmediato, tendrá consecuencias aún peores en el largo
plazo, por el constante deterioro que le producen grandes cantidades de alcohol
al cuerpo humano. El mecanismo para modificar la situación comprende la tarea
de dos sectores. En primer término, la educación en la familia, es decir, que
los adultos generen en sus hijos una conciencia que no ignore los efectos
adversos que pueden traer severas borracheras. Y por otro lado, los distintos
mecanismos de control de venta que implemente el Estado Municipal, así como
también las inspecciones a los conductores en horas nocturnas.
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